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Marcelo Perez

perfecto | ilustrador

por: caroliina espinosa

Imágenes: Marcelo Perez

octubre 2018

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Me declaró fanática del trabajo de Marcelo. Lo sigo en Instagram hace ya un tiempo y logra sacarme más de una sonrisa con su humor negro y la ironía con la que presenta los distintos temas cotidianos. Imposible no reconocerse en alguna de esas situaciones. Pero detrás de este talento, tenemos a un hombre que, además, busca transmitir y asesorar a otros ilustradores en base a su trayectoria de más de 15 años y así, desde su experiencia hacer que el ambiente creativo sea valorado no sólo por los propios artistas, al momento de entregar un servicio, sino también por los clientes, al momento de pagar por ellos.

La mayoría de los ilustradores son personas con habilidades para el dibujo, pero lo que finalmente los lleva a ser ilustradores tiene que ver con la capacidad de expresar ideas o conceptos más allá, con esos dibujos ¿Cuándo y cómo nace Perezfecto?

 

Cierto. Dibujar es una técnica, pero ilustrar es un lenguaje, una forma de ver el mundo. Pienso que uno se hace ilustrador porque tiene algo que decir y solo sabe hacerlo con dibujos. Así nació “Perezfecto”. Me hice una cuenta Instagram en 2014, donde subía de todo, entre dibujos y fotos. Luego empecé a definir un tipo de viñeta y humor que sirviera para comunicar mis ideas y que fuese fácil viralizar. Por lo mismo tuve que inventar un estilo visualmente atractivo pero simple, para publicar con frecuencia sin terminar agotado. De pronto la gente enganchó y el resto es historia.

 

La carrera de diseño te da bases teóricas sólidas, pero es en la práctica donde ves realmente el peso que tienes como profesional, que muchas veces va más allá del talento ¿Cómo fueron tus inicios como profesional? ¿Cuáles fueron los principales problemas a los que te enfrentaste y cómo los superaste?

 

En la Carrera de Diseño aprendes a comunicar de forma clara y objetiva. A diferencia del Arte, que plantea preguntas, el diseño ofrece respuestas.

 

Empecé trabajando mientras estudiaba. Al poco andar me hice freelancer porque quería dibujar mucho más que diseñar y el campo laboral del ilustrador es casi 100% independiente. Muy pocos tienen empleo fijo en empresas o instituciones. La ventaja es la libertad y la desventaja es la precariedad, por lo que debes aprender a defenderte, desde saber cuánto y cómo cobrar hasta proteger tus derechos de autor. Como cualquier artista gráfico, viví situaciones muy desagradables por pagos pendientes o infracción a mis derechos, pero los superé con investigación y experiencia. Cuando has visto de todo ya no te vienen con cuentos.

¿Cómo y por qué nace Grafiscopio? 

 

Grafiscopio fue la respuesta a esas malas prácticas. Llegué a un punto en mi carrera donde había acumulado suficiente experiencia, 15 años, como para transmitirla y llenar un vacío en el sector gráfico nacional, el de freelancers, que no tenían las herramientas o la información para ejercer profesionalmente de forma autónoma. La mayoría de fuentes estaban en inglés o eran de España. Y muchas universidades asumen que una vez egresado vas a trabajar en una empresa o fundarla, pero lo cierto es que muchos terminan ofreciendo servicios freelance y necesitan un kit de supervivencia.

Aprender a cobrar es un arte y en las carreras artísticas es mucho más difícil, sobretodo en un país donde aún no se le da real valor al trabajo creativo ¿Cómo crees tú que podemos cambiar el concepto de la ciudadanía, frente a la cultura en general, para que valoren la creatividad que hay detrás de un dibujo, una canción o una obra teatral? ¿Qué es lo que falta?

 

Yo haría una precisión, el problema empieza porque creemos que la sociedad nos debe algo, cosa que pongo en duda. En primer lugar, no conocemos el valor de nuestra labor o creemos que se nos debe sustento por expresar nuestro “mundo interior” o parir belleza, sobre esto recomiendo leer “carta a un joven caballero que se propone abrazar la carrera del arte”, de R.L. Stevenson. Los artistas debemos madurar y estudiar nuestro aporte al negocio, a la cultura y enseñanza, a la economía (ver informe “Economía Naranja” del BID) y a la salud mental. Sin eso, es difícil fundamentar nuestra razón de ser y poner precio a nuestros servicios según valor más que costo. Tenemos un problema comunicacional, no sabemos explicar para qué servimos y se lo endosamos a la sociedad. ¿Tú le pagarías a alguien por satisfacer sus motivaciones egoístas desde la comodidad de su taller? Yo no, y eso que soy artista.

Pareciera ser que el problema parte desde la base, la educación. Aun no entendemos la importancia que tiene el área artística y esto se ve reflejado en que cada vez destinamos menos horas escolares a ramos creativos y, por otra parte, los padres se desviven por mantener a los niños entretenidos, sin entender que la creatividad nace, la mayoría de las veces, de los momentos de aburrimiento. Para ti, ¿Qué tan fundamental es el arte y la creatividad en la educación?

 

Concuerdo. Hay mucho desconocimiento tanto social como de los propios creadores. Ignoramos que el arte facilita la enseñanza, hay cifras que lo avalan, pero además y por, sobre todo, que en el s.XXI la manufactura ha dado paso a la mentefactura. El profesional y el hombre del mañana serán educados en una matriz holística e intelectual, no parcelada por áreas (humanista, matemática, biológica, artística) ni limitada a la ejecución, como aprendimos los más viejos. El tipo de problemas que plantea el mundo actual y el futuro requieren una educación de impronta renacentista, integral, donde la creatividad es parte del proceso, no cosmética. Fomentar el arte es promover una forma de pensamiento y resolución de problemas, no una técnica. Y esto no es filosofía ni declaración de buenas intenciones, sino un hecho concreto, como ya lo saben en Silicon Valley o el British Council.

Si fueses Ministro de Cultura, ¿Cuál sería tu proyecto de ley estrella y por qué?

 

En realidad, serían dos. Primero, introducir asignaturas de gestión en carreras del área creativa, con acento en la enseñanza de idioma inglés. Es decir, entregar un toolkit para aprender a administrar un negocio creativo independiente y proyectarlo a escala global, a mercados más grandes y, por otro lado, replicar en Chile el Acta CASE (USA), que aspira a establecer tribunales de defensa del derecho de autor en casos menores, para proteger a los creadores que no pueden costear una demanda judicial. En definitiva, potenciar a las industrias culturales y creativas desde sus bases.

Volviendo a tu trabajo, ¿en qué te inspiras? Las ilustraciones que muestras en Instagram entregan un tipo de humor inteligente y, a ratos, irónico que, a mí, en particular, me gusta mucho. Con una imagen y un dialogo corto, dices mucho. ¿Qué buscas provocar con tus ilustraciones?

 

Me encanta que lo notes. Soy un tipo muy observador, un ávido lector y un entusiasta del humor negro, herencia de lado paterno. Me gusta hacer crítica social sin la gravedad de un párrafo o sermón. Defino mi arte como sarcasmo más que humor, antes que hacer reír me interesa criticar tras la máscara de un chiste. No todos lo entienden, pero tampoco puedo hacerme cargo de sus interpretaciones. Disfruto la provocación y me identifico con comediantes tipo Lewis Black, George Carlin o Bill Hicks, aunque también con artistas como la gringa Niagara o memes tipo Rebel Pin Up, donde el texto es tan agudo como la imagen. Dedico muchas viñetas al rollo sentimental, que es fuente inagotable de chistes por dos razones, parece algo muy serio e involucra belleza, dos cosas demasiado susceptibles de ser profanadas, porque en realidad nada es tan serio ni tan bello.

 

¿Cuál sería tu trabajo soñado y por qué?

 

Me gustaría convertirme en una marca y administrar mi propio negocio virtual, que luego se convierta en una tienda física. Tener control sobre mi obra o línea de productos y que la gente pague por lo que hago, no tener que seguir instrucciones de un cliente o una agencia. También me gustaría dirigir algún organismo que agrupe a ilustradores, aunque esto tiene más de estrategia comercial que de activismo. 

¿Qué consejos darías a los ilustradores que están partiendo o a quienes sueñan con dedicarse a la ilustración?

 

Que vean su actividad como un trabajo, más que un hobby. Que dejen de pensar en arte y negocio como opuestos, porque no lo son. Para vivir de esto, de lo que amamos hacer, tarde o temprano, tenemos que ponerle precio, venderlo y responder a lo que necesitan las personas. Como dije antes, lo que hacemos no es meramente decorativo, sino que desencadena y potencia las ventas de productos, servicios, marcas. El talento, la técnica y tu estilo son importantes, pero no más que una buena estrategia de marketing. Hay que saber venderse, en un sentido amplio. 

 

¿A qué ilustradores sigues o admiras? 

 

La lista es larga y algunos nombres se pierden en mi memoria desastrosa, especialmente los de comiqueros. Hay de todo, pero mucho viene de los 40s-60s. Clásicos como Tex Avery, Chuck Jones, Hank Ketcham, Robert Crumb, los dibujantes de la Playboy, y de Europa sin duda Albert Uderzo. Luego están los discípulos de esos maestros de antaño, Niagara, Sveta Shubina, Shane Glines, Jordi Labanda o el team SPUMCO. También los nuevos que hacen un estilo vintage “oscuro” y fascinante, como J. Bradley Johnson, Gary Taxali, Helge Reumann, Butcher Billy, Ryan Heshka, Thorsten Hasenkamm, Gary Baseman. Y por supuesto los maestros chilenos Pepo, Lukas, Edmundo “Mondo” Searle, Percy, Coke y muchos de la revista Topaze antigua.

¿En qué estás trabajando actualmente? ¿Dónde podemos ver más de tu trabajo?

 

Ofrezco permanentemente servicios de ilustración publicitaria y editorial, pero con 20 años de carrera diría que mi política actual se resume en la frase de Ayn Rand, “no construyo para tener clientes, tengo clientes para construir”. Actualmente la prioridad Número 1 es abrir mi tienda virtual para vender directamente lo que hago en Perezfecto a mis seguidores. De hecho, ya he realizado 2 promociones exitosas de retratos a pedido para el día de San Valentín y el día de la Madre y empezaré a ofrecer el servicio continuo para cumpleaños, matrimonios o celebraciones. 

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