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pablo bronstein

arquitecto y fotógrafo | barcelona

por: caroliina espinosa

Imágenes: pablo bronstein

marzo 2018

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A Pablo lo conocí en la universidad, ambos estudiamos arquitectura en la Finis Terrae. Somos de generaciones distintas, pero como Pablo, además, hacia clases, era alguien reconocible. Cuando vi sus fotografías en la Galeria NAC, me impresionó su trabajo. Una fotografía qué, con pocos elementos, dice mucho. Haciendo, quizás, referencia a aquella frase de Mies Van der Rohe, que los arquitectos conocemos desde siempre: “Menos es Más”, y qué, a pesar de que parece ser algo muy fácil de lograr, la verdad, es que requiere de experiencia y talento. Pablo tiene ambos. Está radicado en Barcelona hace 7años, pero felizmente coincidimos en Santiago, cuando visitó Chile en enero, nos tomamos un café y conversamos sobre arquitectura y fotografía. ¡Qué mejor!

Eres arquitecto y fotógrafo, profesiones compatibles y complementarias, ¿Cómo llegas a ambas profesiones? ¿Siempre pensaste en dedicarte a las dos? ¿Cómo fue ese proceso?

 

La arquitectura es la disciplina que siempre estuvo. Yo, desde muy niño, comprendí que existía un “espacio”. Tenía conciencia del lugar donde estaba, desde su espacialidad. Me llamaba la atención mi casa, tengo recuerdos “arquitectónicos” desde siempre. La arquitectura siempre estuvo ahí y la fotografía fue apareciendo de a poco, pero también de una manera muy natural. Mi padre tomaba fotos como hobby y de a poco me iba prestando su cámara. Me fue enseñando, y la fotografía se fue instalando de manera autodidacta. Siempre supe que la arquitectura iba a ser mi expresión profesional. 

 

Estudiaste arquitectura y al poco tiempo de titulado decides trabajar de manera independiente. ¿Cómo nace DAW? ¿cuéntanos de esa etapa?

 

Siempre tuve muy claro que quería estudiar fuera de Chile. Después de titularme continué haciendo clases en la universasidad por un año y me fui a hacer un master de arquitectura a Barcelona, un año muy experimental, de mucho aprendizaje. Durante ese tiempo, unos amigos míos que habían formado su oficina, me invitaron a participar como socio, razón por la cual decidí volver a Chile, una vez acabado el master. Yo había partido a Barcelona sin mucha idea de volver, pero recibí esta invitación para formar parte de DAW, tenía ganas de comenzar mi etapa laboral y sobre todo con ellos ya que teníamos una gran sintonía profesional. Estuve en Daw desde octubre 2002 hasta julio 2010, cuando decido volver a Barcelona. Fue una etapa muy enriquecedora, fuimos capaces de plantear maneras de hacer las cosas e innovar en el formato habitual de las prácticas profesionales de diseño y arquitectura, habitualmente más rígidas. Realizamos proyectos de manera multidisciplinaria en un momento en que esto no existía en Chile. Nuestra oficina estaba compuesta de tres áreas, arquitectura, diseño gráfico y diseño industrial, desde las que desarrollabamos proyectos sin ninguna receta metodológica previa, pero con mucho rigor. Intentamos crear nuestras metodologías y fuimos estableciendo una empresa capaz de desarrollar desde objetos, mobiliario urbano, sistemas de señalética, tiendas, branding a viviendas y centros culturales.

Cada uno con una cuota de experimental, desde lo material, lo formal o la técnica constructiva, proyectos que para nosotros fueran interesantes. Eramos capaces de variar de manera muy flexible por las áreas del diseño que desarrollabamos, pero siempre tuvimos una alta y estricta visión sobre la ética profesional y habían algunos tipos de encargos que no estabamos dispuestos a tomar. Transcurrido algun tiempo, empezamos a trabajar en retail, cuando ese sector en Chile aun no se planteaba temas de diseño más conceptuales. Eran proyectos rápidos que nos daban la posibilidad de experimentar en formas y poner en juego materialidades. Estábamos cien por ciento orientados a generar nuevas ideas, a desarrollar nuevos conceptos. No fue un periodo fácil, fue de muchísimo esfuerzo, teníamos que ser muy creativos en cómo buscábamos los encargos o las estrategias comerciales que desarrollabamos con los cientes.

¿Ahora te dedicas a ambas profesiones por igual? ¿o hay alguna que ocupe más tu tiempo?

 

Ahora me dedico a ambas profesiones. Soy arquitecto y fotógrafo, a pesar de que fotografía no he estudiado formalmente. Creo en la formación académica, ya que hice clases durante muchos años y sé que la libertad autodidácta debe ser apoyada y alimentada por algo más. Ahora me permito tener tiempo para poder investigar, para pensar y desarrollar proyectos fotográficos.

Después de un tiempo puedo entender cuál es mi proceso creativo óptimo. Yo no soy un fotógrafo que lleve las 24 horas colgando la cámara conmigo. Voy alimentandome de estímulos y observando, pensando posibles temas y proyectos en todo momento. Creo que tiene que ver con el tipo de aproximación que tenemos con las disciplinas que desarrollamos, tiene que ver con mi formación de arquitecto y mi experiencia en Daw. No soy un cazador de imágenes, sino que encuentro un material y lo desarrollo, recién ahí saco la cámara. 

 

¿Cómo nace “PAISAJES EN FUGA”, tu último trabajo fotográfico que podemos encontrar en la Galería Nac?

 

“Paisajes en Fuga” nace de una manera muy casual, a partir de una visita al Museo Reina Sofía, en Madrid, donde pude ver una muestra del artista visual Hans Haacke. Una exposición que reunió y detonó una serie de ideas sobre las que venía pensando como arquitecto y como crítico. Haacke hace una crítica a la crisis inmobiliaria española exponiendo, visualmente, una serie de mega estructuras abandonadas. A partir de este encuentro, me fui directamenete a ese lugar, donde encontré un paisaje en crisis total. 

Desde ahí emergió un tema, se hizo consciente lo que ya venía siendo parte de mi reflexión sobre el abuso inmobiliario, la necesidad de forzar a la ciudad a ciertas cosas por intereses económicos particulares, los límites de las intervenciones en la ciudad, el paisaje, lo material, lo temporal y el deterioro… Una serie de obras abandonadas en pleno proceso de construcción plantean un conflicto y denotan un abuso cuando existe un contexto que queda incompleto, abandonado, dañado por culpa de alguien o más de alguien, que no se está haciendo cargo de sus responsabilidades y donde, todos nosotros, nos vemos afectados. 

Es la promesa del gran desarrollo inmobiliario, grandes edificios, súper carreteras, estaciones de metro fabulosas, planes de una envergadura insostenible, la burbuja se rompe y queda todo abandonado. La promesa ya no es promesa, es una deriva. ¿Quién es responsable?

¿Cuándo aparece Barcelona en tu vida? Llevas 7 años viviendo allá…

 

Cuando estaba haciendo el master conocí a la que actualmente es mi mujer. Estuvimos viviendo juntos en Chile por unos años, pero habíamos definido, desde un principio, que Barcelona sería la plataforma final. 

Mi permanencia en Daw duró hasta que, a finales del 2009, comprendimos que la etapa estaba consolidada. No lo dudamos y tomamos la decisión de volver a Barcelona.

¿Cómo es la vida de inmigrante en una ciudad que puede resultar ser muy parecida a Santiago, en algunos aspectos, pero donde finalmente eres un extranjero?

 

Es una situación circunstancial el que tú seas de un lugar o de otro, no obstante, los movimientos de cambio de país siempre son complejos, es partir de cero. Tienes que ir activando relaciones, construyendo nexos. Laboralmente, por ejemplo, no estás en la cabeza de las personas, así que, en estricto rigor, no tienes clientes. Tienes que mostrarte e integrarte, ese es el trabajo más difícil porque es algo que se construye lentamente. Establecerte es dificil, sobre todo cuando llegas, el 2010, a un país que está destruido por la crisis, donde, además, el área en que te desarrollas está paralizada, sin posibilidades de acogerte. Me puse a buscar oficinas donde me habría encantado trabajar, pero el panorama de la situación española era dantesco. Llegó un momento en que no quería escuchar a más arquitectos hablar de la crisis, cada uno era un drama peor, incluso busqué en estudios de arquitectura que buscaban, en la internacionalización, nuevas fórmulas de subsistencia, tratando salir de la crisis, mirando fuera de España. En ese momento América Latina y Chile eran consideradas grandes opciones, y yo podía recurrir a mi experiencia y ser director de proyectos internacionales para un estudio desde Barcelona, pero no prosperó y, obligado a buscar cual podía ser mi lugar, me volví a crear a mí mismo, dentro de este panorama, formando un pequeño estudio de arquitectura, para desarrollar proyectos y, en paralelo, abrir las puertas a la fotografía dentro de mi desarrollo profesional.

El monumento a la incertidumbre…

 

Exacto, a la incertidumbre a escala monumental. “Paisajes en Fuga” registra y presenta un conflicto en el paisaje. En un principio, mi primera aproximación es una visión desde afuera, contemplativa, hacia el objeto en el paisaje. Poco a poco y, en una serie de visitas diferentes, me doy cuenta que es desde dentro, al interior de las estructuras, donde podemos percibir el territorio dañado. Es ahí donde reconoces la dimensión del problema. Desde dentro ves los edificios circundantes que cohabitan con estos elementos abandonados. “Paisajes en Fuga” es eso. No habla necesariamente del objeto abandonado, sino más bien, habla desde el objeto abandonado y cómo éste se relaciona con su entorno.

Es una serie de fotografías sobreexpuestas en que, se utiliza este recurso, para eliminar el contexto afectado. Es una estrategia intelectual de reparación del territorio. Una vez aislada la estructura, se elimina el conflicto y la estructura. Cómo un objeto arquitectónico es capaz de entablar un nuevo diálogo, una ficción, donde cada espectador, interactúa con este objeto. Esa es la temática, permitir en esas ausencias, nuevos paisajes que serán construidos a partir de ti, del espectador.

 

Has podido fotografiar distintos lugares del mundo. ¿La búsqueda tras las imágenes siempre van ligadas a la arquitectura? ¿cuál es el lugar que más te ha inspirado?

 

No, las imágenes no siempre van ligadas a la arquitectura, pero si al habitar. Hace algunos años hice una ruta por Chile, de extremo norte a extremo sur y en la serie de fotografías que surgieron de ese viaje, de arquitectura había poco, pero sí tenía que ver con el habitar en la periferia y su fragilidad, tenía que ver con condiciones extremas que no forman parte del conocimiento ni del imaginario del común de la gente. El lugar que más me ha inspirado, de momento, es el lugar de “Paisajes en Fuga”, por lo que significa permitir que algo llegue a ese nivel, su magnitud social y su deriva. 

Si tuvieras que definir tu trabajo fotográfico, ¿cómo lo definirías?

 

Lo definiría como un trabajo que busca mostrar temas y situaciones que, quizás, no son evidentes o de las que no tenemos consciencia. Busco situaciones que están presentes pero no conscientes. 

Hay un tema con la materia en los temas que desarrollo, dada mi formación arquitectónica, seguramente. Ahora estoy trabajando con lo demolido, donde lo que queda, pasa a ser una huella temporal que da cuenta de lo que hubo. Es el registro de anomalías con las que cohabitamos, la ciudad y lo temporal.

 

¿Esta sería la nueva temática que estas trabajando?

 

Sí, estoy trabajando en esto precisamente, pero como hemos hablado, es parte de varios procesos de observación paralelos que voy madurando. Al mismo tiempo voy incorporando a estas reflexiones lo que ha surgido con “Paisajes en Fuga” como técnica, como lenguaje fotográfico o como una nueva temática.

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