mirella granucci
actriz, permormer y escritora
por: caroliina espinosa
Imágenes: mirella granucci
marzo 2018
Me declaro fanática de Instagram y dentro de Instagram me declaro fanática de Mirella Granucci. No recuerdo bien cómo llegué a su cuenta, pero desde el minuto uno, me cautivó. Mirella es sin duda, una influencer. Cercana, real y capaz de producir impacto en sus seguidores. Al comenzar a seguirla quise saber más de ella y fue en esa búsqueda que descubrí a un ser notable. Una persona que, del dolor de un quiebre amoroso puede llegar a sobreponerse “gastando” la historia al decidir contársela, a través de una carta escrita a mano, a 1000 hombres que se llaman igual que su ex y hacer de esta experiencia su proyecto de título, al menos a mí, me genera curiosidad. ¿Quién es Mirella Granucci? ¿Qué hay de real o de personaje en lo que escribe? ¿Qué hace esta mujer nacida en Brasil en Chile? Preguntas tengo, y muchas. Quizás para más de una entrevista.
A los 15 años te fuiste de la casa de tus padres a vivir a Florianópolis, con tus hermanas. No es algo muy habitual a esa edad ¿Qué te lleva a tomar esa decisión?
Con mis hermanas somos muy unidas. Cuando me quedé sola en mi casa porque primero se fueron dos de mis hermanas y al año siguiente, la otra, me quería morir. Ser hija única…no, entonces, hablé con mis papás. La idea era que yo fuera a la universidad allá, pero estuvieron de acuerdo con que me fuera antes y terminara el colegio allá, para después postular a la universidad. Mis papás siempre incentivaron el tema de la hermandad, que fuéramos muy unidas.
Igual es una responsabilidad para tus hermanas hacerse cargo de la hermana menor, ¿o no?
No, tampoco tanto. Somos 4 hermanas en 5 años, somos muy seguidas. Yo nunca fui la típica hermana chica mimada, siempre fui súper precoz…
Claro 4 hermanas en 5 años, prácticamente no hay diferencia…
Exacto.
Y es en Florianópolis donde estudias teatro...
Terminé el colegio. Quería estudiar periodismo, di a prueba y no quedé. Entonces di la prueba de teatro en una universidad pública muy buena y quedé.
Y la idea del teatro ¿siempre estuvo?
No, nada. Yo siempre escribí, desde muy chica pero no quería ser profesora de portugués, entonces pensé en periodismo, ya que como periodista puedes escribir ficción y otros temas. Postulé a periodismo en la Universidad Federal, que era el segundo curso más concurrido y como podía no quedar, debía postular a algo más. No sabía que más poner, podía ser historia o teatro. Y como soy extrovertida, puse teatro…que es el error clásico de todos los actores, creer que ser extrovertido es ser buen actor. No es así. Y quede en teatro y no en periodismo. Yo no quería empezar teatro y mi padre me dice “Mirella, es gratis, aprovecha de tener una experiencia universitaria y después vuelves a tomar la prueba para entrar a periodismo”. Yo creo que mi papá nunca se arrepintió tanto de algo, ya que me enamoré de la actuación y no quise ser periodista. Tampoco nunca deje de escribir, yo sabía que eso en algún momento iba a volver, pero tampoco sabía si quería hacer de eso, un trabajo y tener la libertad que tengo ahora de escribir cuando quiero. Siguiendo con la historia, terminé teatro y el 2010 vine a Chile porque, aunque estaba en una universidad muy buena, quería ampliar mis conocimientos. Yo amo teatro, pero amo amo amo el cine. El cine es mi pasión, me fascina. Entonces, estando en Florianópolis me dije “estoy en el lugar equivocado”, porque Florianópolis es chico para este tipo de cosas y me tendría que ir a Sau Paulo o Rio, donde es súper complicado trabajar. Justo mi hermana venía a Chile, así que me vine con ella. Estudié actuación para cámara, pero decidí terminar mi carrera en Brasil y volver una vez titulada. Me vine nuevamente el 2014 y acá sigo.
Hablemos de tu proyecto de título, de estas 1000 cartas que escribes a mano. Cuando leí al respecto, lo encontré genial ¿De qué se trata? ¿Cómo nace la idea?
Ayer hablé con mi curadora, y lo más probable es que hagamos una exposición de las cartas este año, lo que me tiene muy contenta. Empecé ese proyecto porque terminaron una relación conmigo el 2012. Yo en la escuela desarrollaba “proyectos personales”, que no tenían que ver con teatro pero que yo tampoco entendía, aun, como “performance”. Entonces surge esta idea, casi terapéutica, de gastar la historia, de gastar el nombre, de hablar de eso de otra forma, porque mi entorno ya no me quería escuchar hablar más al respecto. La idea era gastar el tema hasta que pierda su sentido emocional.
Obligándote a superarlo…
Claro. Escribir el nombre y gastarlo y gastarlo. Hablé con un profesor mío, del curso de estética, para el cual debíamos hacer un trabajo, contándole de mi proyecto. Él me escucha, le encanta y me dice que, si yo quería hacer de este proyecto mi tesis, él me podía orientar. Y fue así…ok…dale. Lo que también me obligó a hacerlo, porque la idea inicial era escribir y si me aburría lo dejaba de hacer, ya lo habría superado. Entonces hablé con un amigo mío, porque 1000 cartas es un número absurdo. ABSURDO. Una vez un artista me pregunto: “¿Cuántas cartas escribiste?” Y le dije: “Mil”, me queda mirando y me dice…” Pero en serio, entre nosotros, ¿Cuántas?” y yo le vuelvo a decir “Mil…escribí mil”. No tendría el valor de mentir y después que no hubiera mil cartas. Como te decía, hablé con un amigo sobre escribir 500 cartas y él me dice “no, la que escribe 500, escribe 1000” y yo dije “ok”. Creo que terminé de escribirlas porque se convirtió en mi tesis. Pasadas las 300 cartas, ya estaba más que superado todo. Fui donde mi orientador desesperada y le dije que ya estaba todo superado, él me dijo: “bien, porque ahora dejó de ser un proceso terapéutico y pasó a ser un proceso artístico. Tienes que seguir”. Desde ahí cobra otro valor, y seguí…era terrible porque tenía que escribir la tesis y las cartas. Terminé con problemas en la espalda y un callo gigante en la mano. Fue un proceso súper lindo, muy personal. Yo tengo una teoría y partí la tesis hablando sobre esto “todo lo genuino es universal”, y el tema de las cartas es eso, la necesidad genuina de hablar al respecto hasta gastar el tema y el nombre. Era entregar amor a otros hombres, a través de las cartas, porque el hombre al que yo quería entregarle amor, no quería mi amor. La idea era muy genuina. Y lo más bonito de todo, es que de las 1000 cartas que escribí, recibí 7 respuestas. Para algunos es un número insignificante, pero para mí, cada una de esas cartas es un universo que me atraviesa. Yo no sé a quién le estoy escribiendo….
Las 1000 cartas eran ¿cartas iguales o cartas distintas?
Cartas que empiezan con un modelo y cambian. Pero no son cartas de amor, es importante dejar eso claro. Eran cartas contando lo que había pasado: “Carlos, tú no me conoces…tienes el mismo nombre de mi ex amor…”. Envié 500 cartas a Brasil y 500 cartas a Chile. El nombre del proyecto era el número de la casilla postal que arrendé en Sao Paulo, porque tampoco quería que las personas llegaran tan fácil a mí, pero tampoco podía mentir sobre mi nombre porque estaba dirigido a distintos Carlos que eran reales. Son 55m2 de papel, digitalice cada una de las cartas antes de enviarlas….
Hay 7 Carlos que te contestan, lo que no deja de ser increíble. Hay mucha bondad en estos hombres para tomarse el tiempo de responderle a alguien que no conocen y que está pasando por una pena de amor….
Es lo único que hay. Te digo algo, yo encontraba que escribir 1000 cartas era un gran esfuerzo, pero yo sé por qué escribí mis cartas, tenía un proyecto, pero estos hombres contestan por ellos, porque son así.
Habla mucho de ellos…
Sólo habla de ellos. Son 7 universos que me llegan de manera hermosa. Y, además, pasa otra cosa, que me mató. Un día, me llega un papel de correos porque había recibido un paquete ¡Me habían enviado un paquete! Voy con el papel al correo y allá me dicen que por norma ellos retienen los envíos por 20 días, si no los devuelven. El paquete había llegado 2 veces y fue devuelto 2 veces. Fue justo en la época en que yo presente mi tesis y era navidad, entonces había pasado mucho tiempo sin que yo revisará la casilla. No supe. Me quería matar. El paquete venía de Chile, yo tenía el nombre de este Carlos, y decido escribirle pidiéndole perdón. Le pido a un amigo, que tenía el listado con los nombres y direcciones en su computador, que me diera la dirección de este Carlos. Él revisa el listado y me dice “Mirella, ese Carlos no está en la lista”. No estaba en la lista, no tenía como enviarle la carta. Entonces, el proyecto este, de montar la exposición, que te conté al principio, nace de esto, de encontrar el paquete perdido. La idea es que llegue este personaje y deje el paquete ahí. Pero se puede dar una cosa muy linda y que 8.000 personas dejen un paquete ahí, y nunca voy a saber. Lo que es espectacular, pero a la vez, muy terrible, nunca voy a saber.
Encuentro espectacular todo esto de las cartas y lo que ha generado, pero siguiendo con esto de las performances, después de lo de las cartas decides hacer otro proyecto: Háblame. ¿En qué consistió?
Con esto de las cartas descubrí que, lo que yo llamaba “proyectos personales”, en verdad, era algo que ya existía y que era conocido con el nombre de “Performance”. Entonces, sé lo que quiero, es eso. Tiene teatro, creación y dirección. Es un proceso súper mío. Llego a Chile con esta idea, con ganas de actuar, pero no me dejaban por mi acento (y aún no me dejan). Entonces, desde la Galería Espora, que sabía del proyecto de las cartas, se comunican conmigo para ver si podía hacer algo con el tema de las cartas, en la galería. La galería era chica, no había plata, se veía difícil. Me preguntan si tengo otro proyecto, yo no tenía nada, pero les digo que lo podía tener. Me dan un mes para llevarles una propuesta. Y desde eso, escribo “Háblame”. Parte de la idea es generar un vínculo muy rápido y fuerte, con personas que no conozco. Vínculo que, además, en Chile, recién llegada, no tenía. La idea fue presentada como una cita a ciegas con la artista, para que la gente no viniera preparada, pero resultaba ser una cita a ciegas con ellos mismos. Todos venían creyendo que serían un espectador de esta performance, pero finalmente se convertían en los actores principales, hablando de ellos mismos y la espectadora era yo. Es lo que pasa, con Instagram, donde todos muestran la versión perfecta de cada uno y es súper difícil, después, hacerse cargo de eso. ¿Cuánto de esa “versión perfecta” es mejor que la “versión honesta”? “Háblame” era una cabina, donde la persona entraba y se encontraba conmigo con una polera que decía “háblame de ti” y un micrófono. Todos partían diciendo su nombre, si eran casados, si tenían hijos, lo básico, hasta llegar al punto que a mí me interesaba, donde contaban cosas alegres o tristes, donde hablaban de ellos. Después de 5 minutos pasaban a la segunda cabina, donde podían verse en una pantalla y escuchaban lo que habían dicho. Fue un proyecto hermoso, donde descubrí que la vulnerabilidad era una cosa linda…
A eso quería llegar, viendo tu Instagram o leyendo lo que escribes en la revista Cosas, muestras esa vulnerabilidad que casi todos tendemos a esconder. Todos, o casi todos, queremos vernos fuertes o mostrar lo bonito que vivimos, pero no así lo triste o menos feliz. Tus seguidores de Instagram pueden ver, de manera genuina, sentimientos que todos hemos sentido alguna y sentirse, muchas veces, reflejados, acompañados e incluso, quizás, menos solos. En cierta manera, lo que trasmites es que, sentirse vulnerable está bien. Que vivir lo que sientes, está bien. ¿Esta ha sido, siempre, tu forma de ver la vida o fue algo que has ido aprendiendo con el tiempo?
Yo creo que es un proceso que sigo aprendiendo, teniendo la consciencia de que está bien estar en ese momento, sea cual sea, y vivirlo. Es algo que aprendí con “Háblame” de manera muy gráfica. Mostrarse vulnerable tiene que ver con esencia de cada uno, y en esa esencia, somos todos muy parecidos. Yo creo que en esencia el hombre es bueno, entonces por qué no acercarme a ese lugar. ¿Por qué ese lado va a ser el lado feo o el que queremos esconder? Además, cuando somos capaces de manejar nuestra vulnerabilidad, de aprender a vivir con ella, lo que hacemos es empoderarnos de nuestra vida.
Permitirse sentir…
Exacto. No hay nada que empodera más, que saber que no hay nada que perder. Es bajar los brazos y decir “esta soy”, igual que todos. Eso es poder. Yo llegué a Chile pensando que me lo sabía todo y que podía hacer todo. Eso es ser súper cruel con uno. Distinto son las personas que se victimizan, que se fragilizan, yo me refiero a quienes quieren ser agentes de su propia vida, empoderadas desde su verdad más genuina. Es como cuando subo fotos a Instagram mostrando el granito, la grasita, la ceja mal depilada…yo me siento bien con eso. Es decir “¿y qué?” …
Ser genuino es eso, la perfección va en ese “ser genuino”. Si un día te sientes mal, te sientes mal, no es necesario obligarse a sentirse bien. Si vives lo que sientes realmente, te conoces mejor, aprendes y después debieses responder mejor a lo que te pueda pasar, pero si no lo vives, o bloqueas, volverás a repetir una y mil veces la misma historia. No hay aprendizaje detrás de no vivir esa reflexión o de sentir qué es lo que te pasa. Qué te da pena, o rabia y por qué.
Estamos muy mal, porque estamos en una dictadura de la felicidad: Si no eres feliz, finje.
Instagram y Facebook tiene mucho de eso. Si lo analizamos y miramos las fotos, vemos grandes comidas, fiestas, vacaciones. Da la sensación que somos todos muy felices…
Con el primer video que hice tuve mil seguidores, y nunca me había sentido más sola. Es una mentira la que vivimos y es muy fácil caer. Lo importante no es ser feliz, lo importante es ser bueno. Si estamos buscando constantemente ser felices, todo finalmente justifica esa felicidad. Mentir, ser falso, robar…todo a corto plazo. Esta felicidad inmediata, para el ahora, al final del día, es infelicidad. En cambio, si eres bueno, la felicidad llega sola. La meta es ser lo más correcto posible, ser consciente de tus actos para con otros y contigo misma. Ser Humano.
En tus micro cuentos de Instagram, dejas entrever que puedes ser tú o quizás no, pero obviamente algo de ti tiene. De lo que observas, escuchas, lees o de tus propias experiencias, pero también requiere de mucha imaginación, de proyectar aquello que vas imaginando, ¿cómo lo vives?
Es muy rico, pero a la vez es súper peligroso porque ese mundo mío, a veces, es mucho más cómodo que el mundo práctico o real…
Puede ser que te escondas un poco en ese mundo…
Absolutamente, pero son mundos que están muy cerca. No es que haga “click” y esté en un mundo y otro “click” y ya no. La imaginación es ejercicio, es abrirse a un espacio para que lleguen cosas. Los textos que más me gustan, de los que escribo, son aquellos que no sé cómo van a terminar, van apareciendo y los tengo que escribir en el momento, si no ya fue…ya pasó.
Requiere de mucha observación. No todo el mundo tiene esa capacidad, porque observar es mirar, pero con un grado analítico…
Exacto, todos vemos lo mismo, pero no todos son capaces de llevarlo más allá.
Hay cosas que pueden ser muy obvias pero que no te hacen sentido hasta que las lees o cuando alguien te las dice…
Claro, es algo que tú, en parte, ya sabias, pero no te habías dado cuenta…y en el momento en que las lees o escuchas haces el “click” …pero es eso, observar. Es escribir todo lo que estas sintiendo, sin capas, sin filtros. Es lo que hago en Instagram, yo no corrijo ni respaldo lo que escribo. Tiene miles de errores y me da lo mismo. Lo vomito, lo posteo y ya está. Sin protección. No busco protegerme porque siento que nadie me tiene que atacar.
Seleccioné unos de tus micro cuentos para que lo comentemos:
“Cuan distinta la vida sería si uno supiera la última vez de las cosas, como si naciéramos con un botón cerca del oído izquierdo que nos alertara: ésta es la última vez que escucharás ésta canción, ésta es la última vez que te pelearás con tu hermano, ésta es la primera y última vez que cruzarás la calle y ésta es la última vez que besarás esa boca, que cerrarás esa puerta, que sentirás ese olor, que bailarás en tu living, que trotarás por una hora, que te acordarás de él, que contarás la historia de tu familia, que verás a tus padres, que tendrás un hijo, que despertarás en la mañana. Tal vez si así fuera haríamos todo distinto, tal vez con más miedo o con más verdad.” Ayer se lo leí a mi hermano y le pregunté si a él le gustaría saber si es la última vez que hace algo….
Yo no sé…
Yo tampoco sé…la pregunta es ¿haríamos las cosas de manera distinta?
Yo escribo, muchas veces, sin tener la respuesta…yo de verdad, no lo sé…
Pero yo creo que, muchas veces, hacer la pregunta es casi más importante que tener una respuesta, porque te hace ser consciente, pensar…
Yo voy a eso. Yo creo que la gente hoy tiene que motivarse a hacerse preguntas, más allá de la respuesta. Hacerte la pregunta te lleva a una respuesta y a la posibilidad de cambiar la respuesta si no te gusta. De hacer cambios.
La pregunta te lleva a encontrarte contigo misma y desde ahí generar cambios si no te gusta lo que ves, o lo que sientes…
Tuve la idea de escribir eso cuando un día iba caminando y estaba escuchando una canción. Nunca me acuerdo de los nombres de las canciones y mientras la escuchaba pensaba “es buena esta canción, no sé su nombre y puede ser que nunca más la escuche” pero qué pasaría si algo/alguien me dijera “no te preocupes Mirella no será la última vez que la escuches”. Son preguntas muy genuinas y no tengo las respuestas, yo tampoco sé. Me da curiosidad, pero no lo sé. Qué tan conscientes somos de lo que nos pasa. Piensa que el ser humano es el único animal que sabe que va a morir y cree que es eterno. Tampoco hay que vivir afligido, pero sí conscientes, hacer cambios. Somos agentes de nuestra vida.
En el minuto en que yo entiendo por qué pasé por lo que pasé, no vuelvo a repetir el mismo patrón.
Absolutamente. Si no pegas bien algo se va a despegar y va a volver a aparecer en otro momento. No se da la atención debida y el cariño debido a lo que nos ocurre. Hay que entender los procesos y así poder avanzar. Si pegas los pedazos más o menos mal, o más o menos lo encajas y sigues, evitando pensar o sentir, en algún momento volverá a romperse y volverás a caer. Nuestra alma siempre va a querer lo mejor para nosotros, que podamos avanzar y te va a dar más de una oportunidad. Lamentablemente si no aprendemos va a ser cada vez peor, porque si no somos capaces de aprender con cosas simples, no nos queda otra que aprender con cosas más duras. Cuando aprendemos con lo sencillo puedes afrontar las cosas de mejor manera, ya lo aprendiste, no vuelves a caer, y terminas haciendo las cosas bien o mejor. Es como la alimentación sana, que va mucho más allá de comer bien, es también alimentarse de momentos, de gente, de situaciones que te hagan bien. Elige, hazte cargo. No le eches la culpa o la responsabilidad a aquello que no puedes manejar, tienes una cuota de responsabilidad en aquello que dejas que pase. Hay cosas de las que no tenemos control, pero hay muchas que sí, y esas son responsabilidad nuestra. Uno construye su realidad. Y la cicatriz va a estar, pero va a ser una cicatriz perfecta, bien pegada que nos recuerda aquello a lo que sobrevivimos y superamos. Vas a mirar tu cicatriz y podrás elegir qué quieres ver cuando la miras, quieres ver lo feo o lo valiente que fuiste, es una elección.
Con respecto a lo mismo, a este poder elegir a pesar de…hay un texto que escribiste para la revista Cosas que habla de lo mismo, de elegir cambiar la realidad. En el texto narras tu experiencia en un aeropuerto, cuando les avisan que el vuelo se atrasa 4 horas. Todos los pasajeros empiezan a exaltarse y a pesar de que a ti la situación no te hacia feliz, decides tomar tus audífonos, escuchar música y ponerte a bailar. Elegiste, a pesar de todo, pasarlo bien.
Aprovecha esas 4 horas para llamar a alguien, para escuchar tu playlist completo. Insisto, hay cosas que no puedes manejar, no estás en esa situación porque quieres, pero sí puedes elegir vivir aquello de la mejor o peor manera. Elige, hazte cargo. No tiene sentido pasar por algo desagradable, una y otra vez.
Esa columna la terminas señalando “somos más magos que lo que imaginamos ser. Y si cambias tu realidad, verás cómo la realidad puede cambiar tu vida”.
Exacto, reflexiona. Estas haciendo algo mal. No es necesario volver a pasar por lo mismo. Qué gasto de energía más inútil. Para entender una situación, debemos entender qué sentimos. Reflexionar, aprender y seguir. Muchos creen que esto es agregar mochilas al hombro, y no, es todo lo contrario, es dejar las mochilas y aprender a caminar más liviano, en concordancia con aquello que es mejor para nosotros.
Hablemos de tu primera novela, que ya estas por lanzar. Es un experimento, 12 hombres en 12 meses. ¿Cómo nace la idea?
Yo quería hacer una performance y una exposición después, pero pasó a ser un experimento más vivencial, sobre lo que a mí me pasaba. Y nace de un hombre, del pasado, que me deja, que no es el de las cartas, es otro y que me hace dudar de muchas cosas. Había mucho amor, entonces qué pasó. ¿Qué pasó que no resultó, si había amor? y de ahí llego a la teoría de que el amor no basta. El amor es el “desde”, si no hay amor no hay nada, pero no es suficiente. No todo se resuelve con amor, un matrimonio de 40 años no es sólo amor. El libro es, entonces, un experimento: Qué pasa cuando yo hago del amor una ficción y me propongo tener una relación con alguien que, quizás en otro momento, no tendría. El experimento fue ese, compartir con un hombre al mes durante 12 meses. Es decir, 12 hombres en un año, donde cada hombre tiene el nombre de su mes, el señor abril, el señor febrero y así. Una chica que se propone tener 12 relaciones, una al mes, por un año, donde se enamora o no. Le regalo y me regalo un mes con esa persona. Qué pasa cuando doy tiempo a alguien y hasta qué punto es verdad y hasta qué punto no. He aprendido mucho. Por ejemplo, cortar una relación. Me costaba mucho cortar las relaciones, me era más fácil ser víctima. Muchas veces saboteé relaciones para que terminaran conmigo y yo así, poder ser una víctima de la situación. Es durísimo, y lo aprendí. Me encontré con hombres buenísimos y otros no tanto. Me sentí mala a ratos, y muy frágil en otros. ¿Cómo se analiza una relación? ¿Cómo entiendes los procesos y sales? Ves fantasmas del pasado, y aprendes. Te encuentras con tipos de los que seguro, a los 21 años, me hubiese enamorado, pero ahora, con lo que sé, con lo que he aprendido, no gracias. Me están tratando de contar un cuento, ya vi esa historia. Antes estaría fascinada, ahora ya no.
Tiene que ver con lo que hemos venido hablando, con tu capacidad de análisis y aprendizaje. Porque hay mucha gente que, quizás, no se da cuenta o no se quiere dar cuenta, de que ya vivió esa historia y vuelve a caer en lo mismo…
Exacto, es no querer ver. No querer ser agente de tu vida.
Bueno, no vamos a hablar más del libro, la idea es que lo leamos. ¿Cuándo sale?
En mayo. No tiene nombre aún. El libro es lo que es, un experimento. No busca entregar un buen mensaje.
En Instagram, en la revista Cosas, en el libro, son distintas Mirellas. Recuerdo haber escuchado a una arquitecta argentina, al intentar responder una pregunta, explicar que tenemos muchas vidas dentro de nuestra propia vida, entonces frente a la pregunta, dijo que la iba a responder desde una de esas vidas. En el fondo, se refería que no somos la misma persona a los 17, a los 30 o 60 años. Somos muchas vidas…
Sí, que bonito. Pero es eso, somos la suma de muchas vidas, muchas caídas y aprendizajes, de buenos momentos, de tantas cosas. La Mirella de Instagram es más vulnerable, la de Cosas es optimista, la del libro es muchísimo más cruda. Todas forman parte de mí, y yo elijo cual brotará cada día o en cada momento. Una vez tuve un novio filosofo que me envió una frase de Sartre: “Hasta frente a un verdugo tienes el poder de la elección”. Es algo en lo que yo creo plenamente, el poder de cambiar la realidad. Todas las “Mirellas” forman parte de mí, pero yo elijo, cada día, cuál va a tener mayor presencia.
La autonomía de la elección…
Exacto, esa es la clave…y alimentarse bien, en todos los sentidos.
mirellagranucci Estoy en un café escribiendo. Un hombre tímido se acerca y me pregunta: “¿estás esperando a alguien?
“Sí, estoy esperando a alguien que me saque de la tormenta. Alguien simple y práctico que lea libros y piense cosas bonitas y tristes. Alguien que me lleve de la mano por la calle (y vez u otra, por la vida). Alguien que me sonría en silencio y que me rete. Sí, alguien que me rete cuando sea necesario. Espero a alguien en quien pueda descansar. Estoy agotada… ¡Ya tengo arrugas! Sí, estoy esperando a alguien como yo, pero mucho mejor”. Le contesto, con una media sonrisa: “No”.
Y pasados cinco minutos, lo veo abrazando a una
mujer feliz.
#cuentoscortos #estanfelicesenlamesaallado
#viejoscuentoscortos #fotoviejadeunajoven