JOSEP FERRANDO
Arquitecto | BarcelonaPor: Carolina Espinosa
Imágenes: Gentileza de Josep Ferrando
Josep Ferrando combina el ejercicio de la profesión con la academia, en una retroalimentación fluida y constante. Con sede principal en Barcelona, trabaja en distintos países trasladándose periódicamente para proyectar, dar clases o conferencias. Visitar su oficina, en pleno barrio de Gracia, es entrar en un mundo mágico formado por maquetas y libros. Un mundo que me encanta y que me llena la cabeza de preguntas. Para hablar decidimos ir a una cafetería del sector, a pocos metros, un lugar habitual para Josep, un descubrimiento para mí. La conversación fluye entorno a una horchata y un cortado, la arquitectura y la educación.
¿Cuándo te diste cuenta que querías ser arquitecto?
No soy consciente del momento exacto en el que pensé o sentí que quería ser arquitecto, porque desde muy pequeño me gustaba mucho dibujar y hacer maquetas, cosa que aún me entusiasma y, además, sentía pasión por la construcción del espacio. Entonces, cuando tuve que decidir a qué me quería dedicar, la arquitectura se dio de forma muy natural. Con el tiempo me he dado cuenta que mi madre, que es modista, pudo haber influenciado de forma inconsciente en mi decisión y mi forma de trabajar. Con mis hermanas crecimos rodeados de papeles traslúcidos encima de una mesa; dibujos, geometrías y patrones, que en cierta forma se ven reflejados en mi obra. Recuerdo que existía una revista de moda, llamada Burda, que contenía papeles con líneas de colores, verdes, rojas, azules y que, para mí, eran como espacios invisibles, patrones superpuestos que construían alguna u otra prenda.
Ahora que mencionas esa revista, me acuerdo perfecto que mi mamá también las tenía y que a mí me gustaba dibujar sobre esos papeles, imaginando ciudades.
Es que eran buenísimos, existían espacios secretos en esos dibujos. Con el tiempo, creo que esto, no solo influyó en querer ser arquitecto sino también en el tipo de arquitectura que hago: una arquitectura basada en la geometría, los llenos y vacíos, los patrones, los ritmos, los laberintos, las costuras, etc.
Haces clases de arquitectura en distintos países, ¿cuál es la característica principal que, según tú, debe tener un(a) estudiante de arquitectura para llegar a ser un buen arquitecto(a)? ¿Qué hace que un arquitecto sea un buen arquitecto?
Lo primero que le digo a mis alumnos es que no les voy a enseñar a hacer un buen proyecto, sino que les voy a enseñar a aprender. Haciendo un símil con clases de cocina, no es lo mismo enseñar a preparar un buen plato que ser un buen cocinero. Para que sean buenos arquitectos hay que enseñarles a aprender, enseñarles a tener curiosidad, a observar, a tener capacidad crítica sobre las cosas de los demás y las propias. Me interesa enfocarlos en el proceso más que en el resultado, en la metodología desde el punto de vista de la tectónica, entender la transversalidad de nuestra profesión, desde estrategias espaciales más que formales.
Hay personas que aún no entienden a qué se dedica un arquitecto. ¿Qué tan importante es el rol del arquitecto?
El rol del arquitecto es importantísimo. La arquitectura construye el hogar de las personas, no sólo la casa. La arquitectura es armonía, la armonía que establecen las distancias relativas. Por ejemplo, si observamos a personas hablando, la distancia entre ellas puede incluirlas o excluirlas de la conversación. Distancias, orientación, ventilación y un sinfín de componentes que determinan nuestra calidad de vida. Así de importante es el rol del arquitecto.
¿Cuál es el mayor reto de la arquitectura actual?
La sostenibilidad, pero la sostenibilidad bien entendida. Pensada desde el punto de vista de la eficiencia energética y la gestión del aire, el agua, etc. Con el tiempo la sostenibilidad se convirtió en una imagen, donde los edificios eran los mismos de siempre, pero se les agregaban placas solares y con eso se cría que ya eran sostenibles. Debemos aprender de la arquitectura vernácula por su sentido común. Si se ha sostenido en el tiempo es porque ha sido eficiente respecto al lugar donde está y a los recursos que tienen. Desde la industrialización, prefabricación y modulación de la arquitectura actual, no debemos perder de vista la especificación de los lugares donde se emplazan y sus recursos. Es decir, entender la eficiencia energética como una forma de construir espacios y no como un imagen estilística.
¿Cómo te enfrentas a un proyecto, a la hoja en blanco?
Pienso que nunca hay una hoja en blanco, siempre hay un lugar, incluso en un desierto. Por ejemplo, cuando hice el Pabellón Rueda en Ocho Quebradas, que construimos con los estudiantes de la Universidad Finis Terrae, estaba el horizonte, infinito y estático a la vez. Y también la vía de tren obsoleta que constituía un horizonte cercano, finito y estático. Nunca hay una hoja en blanco, siempre está el contexto que te informa y, como te comentaba antes acerca de la eficiencia, están los materiales del lugar que puedes disponer. Los materiales, los mecanismos para trabajar, el sitio, todo está...sólo hay que saber hacer las preguntas.
Es como cocinar, los ingredientes los tienes...
Exacto, los ingredientes están...sólo falta hacer un buen plato.
¿Cómo definirías tu forma de hacer arquitectura?
Es una pregunta difícil. Hay tres títulos, que he puesto a algunas conferencias que he dado recientemente, que tal vez podrían ayudar a definir. El primero es Tectónica y Forma, que da cuenta de cómo los sistemas constructivos son capaces de generar espacialidad. El segundo es Sistemas Flexibles, que son dos palabras que parecerían incongruentes: sistema se asocia a algo más rígido, y flexible se puede asociar a algo más aleatorio. Mi idea de unir las dos tiene que ver con construir soportes genéricos que generen, a la vez, flexibilidades específicas como ocurre en un tablero de ajedrez, donde una grilla y unas determinadas reglas soportan diferentes piezas y diferentes jugadas, sin que la grilla deje de ser una grilla. Parece todo aleatorio, pero hay una lógica detrás, eso me interesa, la rigurosidad de lo flexible. Y, por último, Ritmos y Patrones, que tiene que ver con las diferentes jerarquías de la repetición, la seriación entendida como la armonía que otorga la medida o distancia entre las cosas, aquello que genera emoción al recorrer una obra, junto con la medida, la luz, el material.
¿Qué tan importante es el material en tu obra?
Importantísimo, pero sobre todo, la idea de monomaterialidad. Trabajar con un solo material obliga a preguntarle muchas cosas y que, además, se transforme en tu mejor socio. Desde este punto de vista no trabajas a partir de la inspiración, sino desde el conocimiento. Me gusta usar el material de una forma didáctica; ahora, por ejemplo, tengo que hacer una instalación efímera de 3000m2 para Construmat, la feria de construcción del 2019 en Barcelona, y la estoy trabajando con dos materiales. Uno que quiero que hable del trabajo a tracción y la levedad, y el otro que hable del trabajo a compresión y el peso; el primero será geotextil y el otro, perfiles de acero. Me gusta trabajar los materiales de esta forma: por un lado, convertirse en un socio y trabajar desde el conocimiento, y por otro, que sean didácticos.
Si pudieras recomendarle algo a Josep Ferrando recién titulado, ¿qué le dirías?
Que entienda que la arquitectura es una forma de vivir, no sólo una profesión, y que es una forma de vivir que te hace vivir mucho más, no de manera más longeva, sino más intensa. Vivir con ojos de arquitecto es una manera de habitar un mundo increíble, como si tuvieras rayos X.
¿Cuál sería tu proyecto soñado?
Cualquiera que me encarguen; todos los proyectos me parecen un reto, un reto para aprender. Me gusta que sean diversos y que sean a cualquier escala. He diseñado desde joyas o mobiliario a casas, equipamientos, urbanismo. Cualquier proyecto me permite aprender, me permite soñar.
Los arquitectos siempre decimos que nuestro mejor proyecto es el próximo, ya que reúne la experiencia de los anteriores, pero si tuvieras que quedarte con uno de ellos, ¿Cuál sería?
Es una respuesta difícil, porque al final todos los proyectos construyen un proyecto que va evolucionando. Pienso que tiene que ver con lo que me comentabas, siempre vas incorporando algo que viene de otro proyecto y van sumando ingredientes en el proyecto global. Pero si tuviera que elegir uno, creo que los proyectos efímeros, como el Pabellón Rueda en Chile, han sido muy importantes. No son proyectos que duran en el tiempo, no son proyectos pequeños como una joya y tampoco tienen el tamaño de un edificio, pero son proyectos que me han hecho dar un salto importante en la evolución que he estado trabajando. Estos proyectos son para mí como maquetas grandes o edificios pequeños, que me han ayudado a pensar en los proyectos que cambian de escala, tanto hacia arriba como los que cambian de escala hacia abajo.