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jacint todó

artista - barcelona

Por: Carolina Espinosa B.

Imágenes: jacint todo

Imágenes de las obras: Cristina Nuñez | Ana Bechara

agosto 2017

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Conocer a Jacint Todó fue una casualidad. De esas casualidades que reconfortan el alma.  Estando en Barcelona, por temas de la revista y otros proyectos, visité la Fundación Enric Miralles. Visitar la Fundación y el edificio donde se encuentra, ya es un lujo, pero además tuve la suerte de presenciar la exposición de un artista al que yo no conocía: Jacint Todó. Sus obras se presentaban en dos formatos. Simples, delicadas y sutiles. Sus obras con poco dicen mucho. Cautivan. Emocionan. Después de hablar con él, comprendí que era alguien que debía estar en el primer número de la revista, era lo que andábamos buscando. La persona detrás de la marca o en este caso, de la obra. Felizmente accedió y quedamos para otro día para tomar un café. No podía ser de otra manera.

¿Cuáles son tus inicios como artista?

 

Empecé al terminar el bachillerato. A los 15 años, ya sabía que quería ser artista. Me gustaba también la danza. En la escuela, que era una escuela que propiciaba las artes, bailé. Incluso después hice ballet clásico, por una casualidad. Pero tenía esta vena. En mi familia hay una cierta tradición pictórica. Un tío mío, era un pintor consolidado en Cataluña, Francesc Todó, que ha muerto ahora en noviembre con 93 años. Mi padre también pintaba, pero más por afición. Pintó hasta sus últimos días. Todo esto, supongo, influyó en que decidiera, a los 15 años, dedicarme a la pintura.

 

Me considero autodidacta. Fui un poco a la escuela Massana (Escola Massana Art i Disseny Barcelona), y digo un poco porque iba, estaba 20 minutos y me iba, no podía soportar tanta gente…lo encontraba muy apabullante. Fui un poco, también, a Eina, una escuela que había en aquel momento muy vanguardista donde estaban todos los artistas importantes y teóricos como Ràfols-Casamada y Cirici Pellicer. Crearon un núcleo que era más de diseño, pero donde luego impartieron pintura. Como había toda esta gente, incluido mi tío Francesc, yo me apunté, pero para una cosa más teórica, para refrescar las ideas y las teorías del arte. Estos fueron mis principios. Hice alguna exposición. Enseguida me encontré en un marco propicio porque conocía mucha gente. Esto, de moverme entre los grandes, para mí fue ventajoso y desventajoso a la vez, estaba un poco en contra, la típica afirmación de uno mismo contra el padre, el tío… esto siempre ha sido una cosa que me ha perjudicado. Bueno, perjudicado es una palabra muy fuerte, pero que me ha influenciado y quizás me ha llevado a ser bastante reservado con mi trabajo. Me ha costado mucho promocionarlo.

 

¿Cómo describirás tú trabajo?

 

Es un trabajo meticuloso, bastante minimalista, es decir, yo cada vez lo veo más por este camino, muy hacia adentro. Frente a la grandilocuencia del arte actual, de los grandes gestos y grandes tamaños, yo opto por un trabajo que ponga el acento en el matiz de las cosas, donde te tienes que acercar para percibirlo, es un trabajo que de lejos casi es nada. Te tienes que acercar, y acercándote te pones en una disposición que a mí me interesa, que es donde el espectador se encuentra consigo mismo. Viendo de cerca, establece una relación de intimidad, y allí suceden cosas. A mí lo que me interesa es sugerir, sugerir emociones al espectador. Que se le vaya la imaginación, que se vaya a sus recuerdos, que él haga asociaciones. Asociaciones que quizás yo también las he hecho trabajando, inconscientemente, casi siempre. Es lo que cada vez veo con más claridad, veo que el espectador es capaz de abrir su mente, y esto me emociona mucho.

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A mí me pasa precisamente eso con tu obra, es un trabajo muy sutil, muy delicado y donde efectivamente uno se acerca y va descubriendo en cada una de las piezas o redescubriendo, emociones. Te transporta a otros momentos…recuerdos, quizás. Un momento muy íntimo.

 

Esto es lo que a mí me gusta que suceda, porque además la piel es importante, la sutileza, el estar con uno mismo.

 

Y con poco llevas a mucho…eso es increíblemente difícil.

 

Sí, yo cuando trabajo, cuando veo que me estoy yendo a un territorio demasiado obvio, asociaciones demasiadas obvias o demasiado figurativos entre comillas, demasiado lógico… ¡pum!  salto. Cuando me veo yendo hacia allá, como una rana pego un salto, y me voy a la ambigüedad, que creo que es la manera que puede despertar más sensaciones.

¿En qué te inspiras?

 

Esto es muy difícil, yo soy…en catalán decimos badoc, soy un gran badoc. Es una palabra muy difícil de traducir, sería algo así como, el que mira mucho y se encanta con las cosas y las ve y las mira y las vuelve a mirar. Bueno yo me inspiro mirando mucho, las formas, las relaciones, los momentos y me gusta mucho esto, el momento. Creo que esto lo decía Baudelaire, que el arte es como la poesía, el momento cuando un rayo ilumina un espacio. Ese instante me interesa muchísimo, me inspiro en eso. 

De todas maneras el arte es un misterio y querer revelar este misterio es siempre, para mi, fuente de inspiración. También es cierto lo que decía Picasso, la inspiración te tiene que encontrar en el estudio, trabajando. El trabajo inspira mucho. Trabajar, trabajar, trabajar y van saliendo las cosas. 

La música también me gusta mucho, siempre que trabajo estoy escuchando música, la música me parece un arte tan completo, me siento muy unido a la música. Joan Brossa, hace muchos años que conocía mi obra y decía que, así como Joan Ponç (pintor catalán) es a Beethoven tú eres a Bach. Yo contentísimo con la comparación. Ponç es más denso, es mágico, algo más ligado a la tierra y lo mío es algo más sutil, más efímero, más de aire.

 

¿Cómo es un día cualquiera de Jacint Todó? 

 

Yo siempre he luchado para que un día cualquiera se parezca a un día cualquiera. He luchado y lo digo bien, he luchado porque me cuesta muchísimo tener una disciplina, una rutina, una norma. En realidad, todos mis días son distintos.

¿Cómo sería un día ideal? .... yo soy más bien anti rutina, no me gusta un día igual al otro…intento no planificar tanto, sólo lo básico.

 

Yo al revés, lucho por planificar porque me voy mucho. Tengo una tendencia a irme a otras dimensiones y a no estar nunca en la tierra. Esto me ha llevado muchos problemas. Yo lo que querría es tener un método. Mi tío, (Francesc Todó) era un hombre organizado, ordenado, metódico. Se murió con 93 años y pintaba todos los días. Yo soy muy anárquico, he luchado siempre por ordenarme y me cuesta mucho. También he luchado mucho por ir a la luz, dijéramos. El artista está muy asociado, o la visión del artista está muy asociada a la cosa oscura, al artista maldito. No ha sido fácil. Siempre he estado en un mundo frágil, donde todo me ha afectado muchísimo, donde me siento como una pluma llevada por cualquier corriente de aire y pues claro, he tenido una lucha por ir hacia la luz, a la esencia, lo que me ha me ha llevado a estar cada vez más depurado. Mi obra ha sido cada vez más depurada. Lo maldito, creo yo, está muy pasado de moda.

En un momento, quizás, sirvió. No digo que no. En un momento dado, seguramente, sirvió estar rodeado de los malditos, pero ya es hora de darse cuenta que estamos en otro momento y es importante. Bueno, a mí me gusta que el arte sea espiritual, que nutra el alma. No recuerdo a que venía esto…

Te repito la pregunta, ¿Cuál sería tú día ideal?

 

Un día ideal es un día trabajado, así de fácil. Un día que ha sido fructífero, que he estado en el estudio suficientes horas como para que me salgan las cosas y bueno, como buen cáncer que soy en el zodiaco, me gusta mucho mi familia, mis tres hijos son indudablemente mi motor y mis dos nietos mi alegría y mi inspiración. Toda la familia, con mi mujer que me ha sustentado tanto siempre. Me nutren y me arropan en este camino tan solitario del arte. Siento su amor como mi salvación.

 

¿Y te gusta trabajar más en la mañana o en la tarde?

 

En la mañana, yo por la noche soy bastante inútil. He malgastado muchas noches, antes me atraia mucho la noche, pero las malgastaba seguro. También hubo cosas muy buenas, pero ahora me gusta levantarme temprano. Me cuesta hacer cosas por la noche.

 

¿Quiénes son tus referentes?

 

Mis referentes inmediatos son los cercanos con los que crecí, como ya dije viví en esta familia en la que la pintura estaba presente. Desde pequeño, visitaba exposiciones. Es lo primero que vi y siempre me gustó muchísimo. Joan Miró y Antoni Tàpies son mis referentes inmediatos y yo los reconozco mucho en mi obra. Hay otros. Me gusta mucho toda la pintura. Los surrealistas me influenciaron mucho, en mis inicios, en mi despertar artístico fue lo que más me llegó, llenó y nutrió. Max Ernst es mi surrealista preferido.

Tengo un amor tremendo, además por Velázquez, me emociona y me intriga mucho Poussin, el gran referente de Balthus, lo que hace y como lo hace. Estos son mis referentes, se ven mucho en mi obra. Creo que, también, se ve mucho de arte oriental, japonés, chino, indio…un arte que a mí me emociona mucho, es una manera de hacer muy directa. Los taoístas dicen que el pincel debe ser la continuación de la mano, que es el cuerpo en que se mete en el papel. La inmediatez. Creo mucho en los referentes, que las cosas salgan de la nada es un poco pobre.

¿Tú obra siempre ha sido igual o ha ido cambiando, mutando?

 

A pesar del hilo que sin duda existe, voy pasando etapas. Termino una etapa y sin que yo me lo proponga, como una barca a la que se le apaga el motor, ahí me quedo. No es algo que me preocupe o que me dé pena. Ya sé que tendré que empezar otra cosa. Esto es curioso, o curioso no sé, pero a veces hablo con otros artistas y esta etapa les preocupa, “¿ahora que hare?”. Yo no. Sé que me saldrá otra cosa. A veces la he buscado más, porque a veces he sido capaz de explicar el proceso por el cual he pasado de una cosa a otra y a veces no, a veces ha sido que he terminado una etapa, me he sentado y ya me ha salido otra, esto es muy emocionante, esto es precioso. Es un manantial que tienes allí, no sabes dónde, pero lo tienes, sabes que lo tienes, sabes que cuando vayas a la fuente esto saldrá. Brotará.

Yo soy una convencida que uno viene a este mundo a ser feliz, ¿Eres feliz?...

 

Yo creo que ahora bastante. Tengo sobre todo momentos, porque claro la felicidad no es una continuidad. Pero teniendo momentos de felicidad, sabes que existe, que lo has vivido. Y cuando tienes momentos de bajón, como has vivido momentos de felicidad y sabes que es real, usas esos recuerdos para salir del bajón. Yo a mis años, me digo, aguanta, aguanta que va a venir lo otro indiscutiblemente y llega, siempre llega. 

La edad también me gusta, mientras tengas el cuerpo más o menos bien, sin dolor físico, yo lo disfruto porque hay mucho material que recuperas. Emocionalmente estás más preparado para vivir las emociones, las cosas. Antes me costaba más, me deba miedo demostrar mis emociones, vivir las emociones. Ahora al estar más preparado me siento muy libre, trabajo con mucha más libertad que antes, pienso con más libertad. Hay una cosa que ahora me gusta mucho, soy capaz de asociar muchas más cosas dispares. Cuando te metes en el mundo de las ideas, donde hay mucho prejuicio, como que compartimentas más las cosas y ahora estoy en un proceso donde todo se me une mucho más, más fácilmente. Esto es para mí muy bueno, porque se quedan fuera mucho menos cosas, esto incluye las personas, las ideas, la pintura. Me siento más libre, no le tengo que dar explicaciones a nadie. Disfruto mucho más de las cosas. Espero más felicidad aún.

 

Ahora, por ejemplo, con la exposición de los collages, una amiga me envió un mensaje donde me decía que este último trabajo le parecía “vraiment la joie”, el gozo. Esto me gustó mucho y se enlaza con esto de la felicidad, provocar esto en las personas, me hace feliz.

 

Esto es la recompensa del artista. Que alguien se emocione con lo que tú haces. Un momento similar y que quizás todos hemos presenciado, es cuando, en un recital, el público canta a viva voz lo que el cantautor escribió. Ver esto o presenciarlo, a mí me emociona mucho. Me pongo en el lugar del artista y yo creo que, en su lugar, lloraría. Esto, que se da en el arte general, me parece notable. Poder generar emociones en otros.

 

Claro, has hecho una cosa que ha conectado con otros, eso es impresionante. Muy emocionante.

A mí me gusta cuando el arte, en general, te deja sin palabras. Cuando lo que sientes no lo puedes verbalizar. Cuando las emociones están en su máxima pureza.

 

Es verdad. Eso es. Porque cuando empezamos con las explicaciones ya nos liamos. Yo lo que hago es sugerir con mi obra y que las emociones broten, sin explicación de por medio.

 

También depende mucho lo que esté viviendo el espectador. Es como cuando lees un libro a los 15 años y después lo vuelves a leer a los 30 y es otra cosa, porque depende mucho de los procesos que cada persona está viviendo. Se interpretan de otra manera, con el arte pasa lo mismo.

 

Claro, por eso lo bonito es que la obra sea abierta, que no cierre caminos sino al revés, que sea susceptible a una y más interpretaciones. Esto es precioso, lo que dices tú, el libro que lo relees y es otra cosa.

 

El libro es el mismo, lo que cambió es uno. 

 

Es bien cierto, cuando creamos lo que sea, es como si existiera un almacén universal y cogiéramos las cosas que están en la eternidad, por eso conectamos. Uno se pregunta, ¿Cómo puede ser que emocione a tanta gente una cosa que has hecho solo tú, que canten toda una cosa que he hecho yo en la más absoluta de las intimidades? Precioso.

 

Hay que darse permiso para que estas cosas pasen. Yo no creo en la mala suerte, al final eres tú que decides hacer o no hacer por mil y una razones. Muchas veces no sabes, o te cuesta mucho averiguar, pero eres tú. Ahora, por ejemplo, siento que me estoy dando permiso.

 

Importante eso, permitirse…

 

Permitirse ser, algo que parece tan natural pero que cuesta tanto.

 

Suena más fácil de lo que es.

 

Al final es esto, permitirnos ser y querer ser.

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