EDUCACIÓN JAPONESA

Una tradición milenaria digna de imitar
Por: Carolina Espinosa
Imágenes: dineroenimagen.com
Texto de referencia: Teresa Hechem (upsocl.com) 

En los últimos mundiales de fútbol, en Brasil y Rusia, la hinchada japonesa se robó las miradas del mundo entero por algo que, por muy razonable que sea, son esas típicas cosas que debiesen ocurrir, pero rara vez se ven, y menos en masa ¿Qué cosa? Su civismo. Los hinchas se quedaban después del partido para limpiar las graderías del estadio. Lo lógico es que nadie abandone su basura en un lugar público, pero la realidad dista mucho de aquella lógica, a tal punto que hoy hacemos campañas para ir a limpiar playas. Voluntarios recogen la basura de otros. Así de absurdos somos.

La educación formativa es clave, algo que los japoneses entendieron hace millones de años y que siguen aplicando hasta ahora. O-SOJI es el nombre de la metodología que las escuelas imparten y que debiese ser un ejemplo a seguir por muchos otros países.

¿De qué se trata este tipo de educación?

En primer lugar, la educación primera es fundamental, por lo que no tienen exámenes hasta 4° básico, sólo rinden pequeñas pruebas porque el enfoque principal no está en generar conocimientos sino en formar buenos ciudadanos, a través de establecer buenos modales, desarrollar el carácter y la conducta.

En esta primera etapa, a los niños se les enseña a respetar a otras personas, a ser gentiles con los animales y la naturaleza, a ser generosos, compasivos y disciplinados. No vivimos solos, por lo que aprender a convivir, es fundamental. En las escuelas, todos los días, se elige a un grupo de estudiantes, en base a turnos, para que cumpla con importantes labores que van desde ir a buscar la comida a la cocina para servirle a sus compañeros hasta limpiar los baños. No existen comedores o cafeterías, son los mismos alumnos quienes organizan todo y sirven las comidas en las salas de clases. El período de almuerzo se considera un tiempo educacional, al igual que matemáticas o leer. Los profesores organizan turnos y después de almuerzo cada niño tiene una labor distinta.

Uno puede pensar que en Japón no existe personal que se dedique al aseo, pero sí lo hay. Sin embargo, esta tradición de responsabilidades se imparte en las escuelas para que los niños aprendan desde pequeños a cuidar su entorno, además de trabajar en equipo y a ayudarse unos a otros. Si ensucian tienen que limpiar, por lo que cuidar su entorno les facilita esta tarea. Tiene lógica ¿no? Distinto es si es otro quien debe limpiar lo que yo ensucié. Por otro lado, y de forma complementaria, los niños japoneses toman clases adicionales que van de acuerdo con las capacidades de cada uno. Por ejemplo, si una niña es buena en música, entonces tomará clases particulares de algún instrumento. Y, también, hay clases obligatorias para todos, que mantienen las tradiciones propias de su cultura, como son la poesía, la caligrafía y escribir con una pluma de bambú sobre un papel de arroz.

Si bien cuando son pequeños no son sometidos a muchas evaluaciones, para ingresar a la universidad deben pasar un examen que define si podrán continuar sus estudios académicos. Por eso, suelen prepararse durante meses para tener un buen puntaje. Como sólo pueden postular a una universidad, es normal que busquen una profesión para la que se consideran realmente buenos o superiores. La idea no es mejorar aquello en lo que son malos, sino perfeccionar aquello para lo que ya tienen capacidades, y que vienen desarrollando desde pequeños. Esto hace que sean los mejores en cada disciplina, y sin duda, más felices.

¿Es este tipo de educación un buen ejemplo?

Cuando en Chile discutimos si incorporamos Educación Cívica en el currículo escolar quizás podríamos aprovechar de preguntarnos a qué edad debiésemos enseñarla y qué más hace falta para educar a mejores ciudadanos. La educación es fundamental, pero no debemos olvidar que, la educación escolar es complementaria a la educación que cada niño(a) recibe en sus casas, al ejemplo que reciben de los adultos a cargo de su formación. La responsabilidad es de todos, es tiempo de hacernos cargo de lo que nos toca.