AUTOESTIMA
Un principio fundamental
Imágenes: Mikhail Nilov
Por: Lorena Basualdo González, Psicóloga Educacional
Un principio fundamental
Imágenes: Mikhail Nilov
Por: Lorena Basualdo González, Psicóloga Educacional
¡Me encanta como salgo en esta foto!, ¡No me gusta cómo se me ve el pelo! Son estas las expresiones que realizamos a diario y que van construyendo nuestra autoestima. Algo similar ocurre con los niños sólo que, en vez de autocriticarse, muchas veces reciben las críticas de sus pares o incluso de su familia. Para aclarar más sobre este tema, es necesario hacer la diferenciación entre auto concepto y autoestima, ya que nos permitirá entender mejor cómo funciona nuestra mente y cómo influye la opinión de los demás en la idea que tenemos como nuestra identidad. El auto concepto es la imagen que se tiene de uno mismo y que muchas veces es expresada sin problemas frente a los amigos, familiares o compañeros de trabajo; éste fija las bases de nuestras apreciaciones de una manera más declarativa y se puede comunicar a terceras personas: 'sí, soy sensible o a veces un poco orgullosa, por ejemplo'. Dicho de otro modo, está relacionado con una serie de conceptos que hemos construido con una idea del "yo soy así". En cambio, la autoestima tiene relación con la valoración subjetiva y personal a partir de los distintos aspectos que conforman el auto concepto, y que nosotros mismo hemos verbalizado. Además, tiene componentes emocionales que son difíciles de expresar, pues deja en evidencia la forma en cómo nos juzgamos; fundamentado en el juicio de valor acerca de lo que valgo como ser humano. Es por eso que cuando nos preguntan cómo se encuentra nuestra autoestima, a veces da pudor responder ya que, de cierta manera, nos desnuda frente a los demás, pudiendo ser la declaración más sincera y profunda de nuestras valoraciones personales.
Por tal razón, forjar
una buena autoestima durante el desarrollo personal es fundamental, ya que es
aquí donde se asientan las bases generales de nuestras valoraciones personales.
Durante la primera infancia (0 a 3 años), los niños cuentan con una elevada
autoestima y esto se debe, principalmente, a que las percepciones de sí mismos
son positivamente irrealistas. Sin
embargo, durante la adolescencia la autoestima tiende a disminuir por todo lo
que se experimenta: apreciaciones negativas sobre el cuerpo, conflictos
amorosos o expectativas del futuro. Durante la adultez, ésta tiende a aumentar
por diversos factores: ascenso de cargos en el trabajo, reconocimientos,
desafíos cumplidos. En cambio, ya entrando a la vejez, la autoestima podría
disminuir debido a las sensaciones de soledad, abandono y duelos. Ahora bien,
si hemos desarrollado una elevada autoestima a lo largo de nuestra vida, con
auto conceptos positivos de sí mismos, es muy posible que estas sensaciones no
se intensifiquen más de lo habitual y logremos que nuestra autoestima se
encuentre sólida. En este sentido, procuraremos que a los niños se les brinde
un ambiente familiar sano, con amor, contención, escucha activa, o estímulos
que fortalezcan las emociones y conductas idóneas ya que, de ser así, es muy
posible que a lo largo de sus vidas logren desarrollar una adecuada autoestima
y, por consiguiente, presenten mejores capacidades para enfrentar desafíos,
adquirir nuevas habilidades y autonomía.
Los niños con una alta autoestima suelen ser más empáticos y asertivos
en su vida diaria, con facilidades para adquirir aprendizajes y con mayores
habilidades creativas. Son niños que se quieren, se respetan y valoran y, en
consecuencia, logran amar y respetar a los demás como algo natural. En definitiva, esta labor de fortalecerlos en
su autoestima es sólo nuestra. Cualquier persona que cumpla el rol de cuidar
(padres, profesores o hermanos mayores), debe instar a los niños a ser personas
fuertes, sin emitir juicios despreciativos (eres inútil) o tampoco generalizar
(todo te sale mal); transmitirles que son buenos en lo que hacen, que tienen
capacidad de realizar cosas positivas. No olvidemos también, que las
aprobaciones o críticas deben ir dirigidas hacia la conducta y nunca a su
persona. Se debe tener extremo cuidado en la forma cómo nos comunicamos,
cómo corregimos, criticamos y reforzamos en los diferentes contextos, sobre
todo en el núcleo familiar, ya que ellos formarán sus bases, su seguridad y sus
autoevaluaciones en la reacción de su entorno más cercano: la familia.