2018, EL AÑO DE LA BICICLETA
Por: Soledad Larraín
Imágenes: Gentileza de Newindie.org
Este 2018 lo podríamos llamar el año de la bicicleta. El 19 de abril y, como lo viene haciendo por más de 70 años, la comunidad ciclista y la sociedad civil se preparaba para celebrar el día internacional de la bicicleta, cuando, tres días antes, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, se proclama el 3 de junio como el día mundial de la bicicleta. Doble fecha de celebración para tan noble medio de transporte. La primera fecha, aunque histórica y reconocida por la comunidad ciclista a nivel mundial, no contaba con la formalidad de una proclamación ni el apoyo de una organización como las Naciones Unidas. El gesto de proclamar un día oficial para la bicicleta, reconoce en este medio un modo sostenible, asequible, confiable, limpio y ecológico de transporte y, por, sobre todo, como una herramienta de desarrollo y cambio social.
Este nuevo día, e instancia institucional, impulsa a los estados a promover su uso y promover un trabajo intersectorial para generar ambientes seguros, promover la inclusión y mejorar indicadores de salud, a través de programas y proyectos a tanto a nivel nacional, regional como local.
Paralelamente, el Banco Interamericano del Desarrollo (BID) publicó cifras oficiales sobre su uso en Latinoamérica, mostrando los avances y brechas en las diversas ciudades de la región. Según el BID, en Latinoamérica, existen 2.513 kilómetros de ciclovías, donde más del 10% corresponden a Santiago, con aproximadamente 300 kilómetros, muy por encima de los casi 20 kilómetros que se catastraron el año 2003. En esta ocasión, Santiago se posicionó de manera destacada como la segunda ciudad con más viajes en bicicleta, registrando 510.559 viajes diarios, en promedio, el año 2016, por sobre Ciudad de México, y sólo superada por Bogotá.
Este escenario es bastante promisorio, pero también expone las brechas legales y de infraestructura que limitan el uso de la bicicleta y, por las que las organizaciones civiles están trabajando de manera constante. La falta de seguridad, al transitar por las calles, y la falta de infraestructura conectada y de un estándar aceptable, hace que muchos ciclistas potenciales opten por otros modos, o ciclistas que no se quieren arriesgar, circulen por la vereda perjudicando el espacio y seguridad del peatón. Es por esta razón que, iniciativas como la ley de convivencia vial, y la rebaja de velocidad para automóviles, aprobada el 15 de mayo por el Senado, que obliga a bajar de 60 a 50km/h en zonas urbanas, y que buscan proteger a los más vulnerables en la pirámide de la movilidad, peatones y ciclistas, son buenas noticias.
Hoy el reto de las ciudades no es mover automóviles, sino dar a las personas un escenario propicio para moverse de manera segura, ecológica y activa, promoviendo la vinculación con la ciudad e impulsando una vida más sana.
Que la bicicleta tenga dos días de celebración a nivel mundial este año, es muy simbólico y no hace más que reforzar su importancia en la construcción de ciudades más sustentables y una ciudadanía resiliente.